Como ( y ) se cura una herida

Herida en el antojo estoy, porque lo de Mistura me salió cuadras. Literal, literal. Cuadras y cuadras de colas para poder comprar las malditas entradas. Y esto ha sido un golpe a mi estómago y a mi amor propio, especialmente porque he descubierto que no tengo unas ideas muy ingeniosas, caracas! Pensé que levantarme temprano y llegar a Real Plaza antes de las 10 a.m. era suficiente para asegurarme las entradas. Contando con que hoy sábado, mucha de la gente que pensaría caer por ahí, todavía se hallaba trabajando. Inocente palomita. Había convencido de que me acompañen en esta aventura mi querida hermana y mi no menos amado esposo (bueno, se hizo de rogar, al principio, pero luego mandó todo a la mi….y se apuntó …será porque no le hice caso? Jejeje, ay, los hombres!), claro que acá lo que me parecía difícil es que la señorita en cuestión, ósea mi hermana, se levantara temprano en sábado, pero estuvo listita en casa a las nueve o’clock. La que nunca se animó y adujo problemas estomacales fue mi madre, la reina y señora de la papa peruana, así que caballero, chaufa, nos vidrios, nos vamos.

Máteme,hombre! Aparte de mi esta cola.

Primer impase : al enterarse el taxista que íbamos para el Centro Cívico, se imaginó que iríamos a Mistura e intentó cobrarnos el doble de lo que nos cobran en un día normal. May, que le pague su abuela. Bueno, casi se le sale eso a mi hermana de la pura indignación, y Yo le iba a entrar de montonera, pero C. nos contuvo. Otra que el taxista tampoco nos contestó porque estaba en pierde. Mi cuadra tiene rejas (como casi toda Lima) y tendría que pensarla ante cualquier posible insulto, jeje. Bueno, superado esto, partimos rumbo al Real Plaza. Una vez allí, Oh, sorpresa! Segundo impase : la cola tenía principio pero no final, daba vueltas sobre sí misma y desde la Av.Garcilaso de la Vega hasta el Hotel Sheraton, para volver a enroscase hasta la boletería…”No desesperen, una vez que abran las cajas, todo será rápido. Mejor, vamos para que conozcas el mall, paisana”, le dije a mi hermana que es chica de Magdalena y no le gusta para nada el Centro de Lima. Así que, nos fuimos a pasear y darle un pequeño tour a la mencionada. Fotos aquí y otras por allá, que piensa enviar a su amiga en USA, mientras cantábamos: ay, mamacita me voy mariarsh, ya lu conozco la capetal …aquí los cerros tienen ventanas, aquí en la Lema danzan las aaaguaas. Muertas de la risa, claro, porque mi querida hermana no se imaginó que el Centro Cívico podría estar tan lindo. Dice que en Argentina hay algo similar, cosa que espero comprobar con mis propios ojales en un futuro no muy lejano, si el “andamiaje” de estas últimas frustradas vacaciones no se vuelve a montar en mi contra…Alejangdrooooo. Pero lo que realmente me mató fue comprobar que cuando la boletería abrió, la cola seguía igual o peor que como la dejamos. Vinieron a mi memoria todos los recuerdos ochenteros que les comenté en el post anterior y muchos más.

Buscamos el inicio de la cola a un lado del Sheraton y descubrimos que eran dos…Plop! Esta daba una vuelta laberíntica desde el costado de Plaza Vea y rodeaba el parque, hasta enredarse y darme una panorámica del Palacio de Justicia, en technicolor…preguntamos a unos chibolos que no estaban ni en la mitad, desde qué hora llegaron allí : “Desde las 5 de la mañana, amiga” fue su respuesta. Comentario de mi hermana : “La única vez que me levanté tan temprano para ir a alguna parte fue cuando vino el Papa” , Plop y Replop! Me pareció recordar que Señora Madre intentó levantarme de la cama para algo así, pero me rebelé, además que ni la primera comunión había hecho, así que no me atacó tan fuerte el asunto pontifical. Que no se metan con mi sueño.

Volviendo a Mistura, bueno, intenté superar el tema de la cola y nos pusimos en la otra, la que partía del mismo Centro Cívico, del lado de los juegos de agua y daba las mil vueltas por Garcilaso y de nuevo hasta el Sheraton…optimista y superando mis traumas, Yo. Pero, el gran PERO fue, que solamente avanzo unos pasitos en 10 minutos y según los cálculos de C., a ese ritmo, siendo las 10.30 am, compraríamos las entradas a la 1.30 pm, en el mejor de los casos…y no habíamos ni desayunado pensando en todo lo que tragaríamos (es la palabra exacta) allí. Tons, empezaron los boicots estomacales de mi querido esposo : “Que tengo hambre, que mucha cola, que esto y aquello”. Mi hermana apeló, una vez más desde que soy niña, a mi codicia estomacal y la mezcló con un poco de sicología de mercadeo : “Mira, con lo que vamos a pagar para entrar, 20 soles, más lo que se te antoje comer, 12 soles, más otra cosa más por ahí para llevar 12 soles más, ya vamos casi 50 soles. Mejor, desayunamos en el Sheraton o en el Meliá”. Bien Rica Mc Pata, fui enviada a hacer las averiguaciones al Sheraton, (o Ché Ratón, como le decimos de cariño XD) pero regresé a medio camino porque un olor a marcha marxista de los ochenta penetró por mi nariz. Traducción: debido al tumulto generado en la primera cola porque todo el mundo se colaba (valga la redundancia), la policía (porque sí, habían policías con esos escudos transparentes y tremendas varazas en las manos) tuvo la genial idea de esparcir esos gases rompe manifestaciones que te hacen arder los ojos y no te dejan respirar. Año 1987, colegio Santa María de Fátima, primero o segundo de media. En la calle, seudo estudiantes sanmarquinos, marchaban puños en alto, piedras en mano y quemando llantas desde su universidad que ostentaba bandera roja con hoz y martillo. Marchaban gritando arengas de terrucos que muy bien no recuerdo y no quisiera recordar, pero que llevo en mi mente asociadas a ese olor intenso y desagradable de los gases lacrimógenos. Y al miedo, claro está aunque en ésa época no tenía mucha idea de qué diablos significaba todo eso. Tiempo después, me tocó aprender. Pero volvamos a 2010, por favor. En fin, volví con el rabo entre las patas, como se dice y ya mi hermana me acompañó a averiguar. Entramos, pero ya el desayuno buffet había acabado. Ja, ja. Pero la verdadera razón es que el precio nos hizo pensar que mejor volvemos con Señora Madre, para que no duela tanto gastar. Media vuelta y chau colas para Mistura.

Descorazonada, porque en verdad era una locura soplarse tremenda cola y tuve que admitirlo, había que ver la forma de calmar nuestra hambre. Yo no me podía quedar con las ganas de comer mi Causa con pulpa de cangrejo, señores. No y no. Así que enrumbamos a San Isidro en busca de “El escondite del Gordo” donde me consolé comiendo la mencionada causa, que me dejó casi muerta de la felicidad, y además nos empujamos en sociedad un Tacu tacu en salsa de mariscos, que mejor ni cuento. ¡Qué delicia! C. pidió su clásico Ceviche de pescado y su arroz blanco para acompañar. Una costumbre que es muy del Norte, eso de comer ceviche con arroz , que Yo no conocía. Y eso que mis papás y todo Macondo es de La Libertad (y en Trujillo nació Dios!) pero no me la sabía. Bueno, Ellos son de Patáz que es otra provincia y allá se come muy poco pescado porque es sierra y medio selva también. Yo como Ají de cuy, Resbalado, Tamales rojos y Shambar…pero no en Mistura, snif! Tengo que agradecer a Señora Madre que se quedó bien picona y se mandó a preparar sus Papas Rellenas que le quedaron de los Dioses. Mia mamma y la sua vendetta!
Espero que el año próximo, las entradas a Mistura las vendan por la web, que hubiera sido lo indicado. Si acaso no me animo mañana, porque conmigo nunca se sabe, será para el año que viene y aplicaré pre-venta o tal vez organicemos nuestro propio Mistura made in home. Júm, ! Mientras...que pase la papa rellena!!! Que acasito me la empujo.