![]() |
Rafita, en la portada del disco . Qué piernas! |
Cuando te enamoras eres capaz de las cosas más absurdas. Escribes poemas sin ser poeta (de tu puño y letra y envías canciones de 4/40, já!)Los entregas y esperas la respuesta. O por ejemplo, cuentas los días, meses y horas que faltan para tu primer animesario. A ti te hablo. Sabes bien que planeabas lo que harías cuando la fecha llegara, lo que te pondrías (por ley, nada te quedará bien), el regalito…y seguro que hasta hoy vives la etapa de la miel plenamente. Bonito, todo te parece bonito. Color de rosa, pues. En ese marco, con un poco de suerte, puede hasta surgir tu canción de amor. Así, en medio de los sentimientos más del tipo: “ Profesooooor Jirafaaaleeees ¿Qué milagro que viene por acá?”… y no nos hagamos los que no. Aunque para cada cual tenga un gran significado, generalmente suele ser un tema bien cursi. Pero ¿Es malo ser cursi? ¡Por Dios, no! El amor te permite esa licencia y muchas más. Puedes darte el lujo “en nombre del amor” de ponerte tonta, absurda, bruta, ciega, sordomuda, torpe, traste y testaruda (mira pues, ya estoy citando a Shakira, auuuuuuuu!) Pero, cuestionamientos aparte, no puedes evitar sentir una carga de emociones que no tienen nombre. Y me niego a analizar la cuestión por el lado de la química porque siento que con una pastilla todo puede volver a la normalidad. No, pues, no me rompas mis ilusiones.
![]() |
Una como esta tengo Yo. Digamos que este regalo está bajo sospecha de burla poco romántica. No preguntarás porqué -- . -- jeje |
Al poco tiempo, el tipo se cansó de tanta vaina y se mandó mudar con una chica sin chaperona y sin mayores complicaciones.
![]() |
Estos patas me dieron mi canción...si me ves, no te lo crees. |
Yo había conocido algunos especímenes del género masculino. Unos interesantes, otros divertidos, algunos a mis pies. Eso era lo malo, quizá. Y no es que me quiera botar presumiendo de los galanes que me rondaban, para nada. Suerte de fea, digamos. Pero bueno, la verdad es que a ninguno le apliqué la canción. Era medio estúpido esto, medio cursi, medio romántico, pues. Yo pensaba que me iba a enamorar escuchando esa canción. Mucha novela, ¿no? Pero no la compartía con nadie.
Una vez, Renato, un chico con el que salía, allá por el año del ñangué, súper noble, baterista de una banda metal y totalmente mechoso me quiso regalar un CD de Extreme. Debo haber mencionado algo, muy al vuelo, acerca de la canción, el caso es que me lo dio sin papel de regalo , así no más, y no acepté. Claro, primero me lo escuché todito, (ni tan tarada que fuera) y me encantó descubrir que habían otras canciones totalmente opuestas (soy una persona de contrastes, ¿no se nota?) pero, nel, nop, toma , llévate esto. Señor, aparta de mi este cáliz. Y es que Yo no quería relacionar mi canción con Él porque sabía perfectamente (o lo había decidido, si te parece mejor) que todo tiene su final y nosotros no éramos la excepción.
![]() |
A esta momia no le gustan los cursis ¿ves? |
La cursi canción quedó archivada en el recuerdo. Más tarde, cinco años después y no en el salón de la justicia sino más bien esperando en el Cinemark para entrar a ver “La Momia regresa” (mira qué poco romántico), una china loca y un chico de su casa, formal y estudioso, hacían hora conversando poco y mirando de manera indiferente a la gente caminar de un lado para otro del centro comercial. No puedo recordar de qué hablamos, pero sí que Yo estaba nerviosa. Había costado salir con Él y hacerle hablar era más difícil aún. Claro, “el menú de día” para Él era completamente amistoso. El mío, muy mal intencionado. Él venía con ganas de aliviar una carga de estrés laboral que al parecer mis monólogos lograban disipar. Yo llegaba muy intrigada por ese muchacho de tremendos ojazos, que sus insípidos lentes no lograban disimular, tan serio, tan callado, tan responsable… ¿Era real? ¿Se fijaría en mí?¿Cómo llegar hasta Él?¿Y si me lo agarro en el cine? Nooooo, que feo. De veras no sabía qué hacer. Ya tenía acumulada experiencias: buenas, muy buenas, malas y peores, pero sentía que nada me serviría con Él. ¡Dios!, encima ya había visto esa película con mis amigas. Apunto de tirar la toalla y cuando ya estaba agotando los temas de conversación, ¡Zás! De los parlantes del centro comercial, inesperadamente, como en la más absurda novela de Corín Tellado, la cursi canción de amor se abrió paso y vino a rescatarme. Era una señal. Así que me dije algo más o menos así: “O me desahuevo y me pongo creativa, que a mi este no me va a ganar, o bien me olvido de la canción y me resigno desmusicalizar esa parte de mi vida” así que armada de valor, lo miré y le sonreí por nada, seguimos en silencio y pasamos a la sala de cine. El resto es historia. Aclararé que nunca fui de las que entrar al cine a chapar o a hacer alguna que otra cochinada rica, que bien puedes hacer en un hotel o en algún parque, si es que se te da por lo ecológico. No. El caso es que hasta hoy me da risa que al final de cuentas, mi cursi canción se haya vuelto más cursi, más tonta, más ridículamente amada que antes. No hubo un pase mágico, fue mi decisión. Lo sé porque la vida, el amor y el romance tratan precisamente de eso: de seguir o no seguir, de arriesgarse para perder o ganar. Y lo sé también porque ese muchacho tan callado antes, luego de nueve años, es un hombre que habla hasta por los codos, más que una cotorra o más que Yo ( pero viene a ser lo mismo XD), porque ya se encuentra en confianza. Precisamente, mientras Yo escribo esta entrada, ronca a mi lado de manera muy discreta, como no podría ser de otra forma.
Y ya que he citado al Profesor Jirafales através de Doña Florinda, para mi los paladines del amor recontra melcocha, recontra cursi, recontra tierno, cuelgo este videíto con la canción de amor que acompañó todas mis burlas de adolescente. Hasta ahora, la citamos en broma mis hermanas y Yo: "Somos cursis, sí!♪ lo aceptamos y que nos dejen en paz♫♪"…a soñar sin prejuicios…love me tender.