26 dic 2010

Un recuerdo de Navidad...a 364 días de la próxima

Ah!! La Navidad! A veces me pongo a pensar en porqué las personas esperamos siempre “la ocasión” para decirnos lo mucho que nos queremos y desearnos bienestar, amor y paz y todas esas cosas, sinceras o no, que se acostumbran decir, escribir y regalar por ahí. Se me ocurre echarle la culpa al mundo tan acelerado, globalizado, jodido y endemoniado en que vivimos ahora. Ese mundo en donde todos somos como el conejo apurado del reloj de Alicia. Siempre pensando en que llegamos tarde. Y de repente me parece que no es tanto así, porque desde que tengo uso de razón (lo sé, lo del “uso” es cuestionable) recuerdo que la situación era así, con menos revoluciones quizá y más bajos decibeles, quien sabe, pero siempre esperando “el día “para decirnos todo lo que callamos los 364 días restantes.  Estamos totalmente programados. ¡Y luego la ciencia ficción me plantea que las máquinas un día serán como los humanos! En verdad, se me ocurre que no es tan malo expandir un poco el corazón, especialmente cuando lleva años sanforizado, pero a ver, a quién así no más como que en marzo o abril , se le va a dar por decir “mamá te quiero, eres importante para mí y te deseo feliz navidad y próspero año nuevo” ¿no, verdad? Pero pedir una disculpa justo después de que la mandaste con tus actitudes a que se vaya a bañar, pero “in mente” derechito a la mierda, cuenta. Y no, no es que hoy me haya despertado toda moralizadora y con ganas de hacerte creer que de chiquita sacaba diploma en conducta y mi mamá me peinaba con raya al medio, pero ¿sabes? Se me ocurre que he sido muy injusta con algunas personas que no lo merecen y con otras que sí, claro, porqué no, pero me jode un poco pensar en ello justo en estas épocas…¿lo ves? También Yo estoy programada ¡Acabáramos!
El caso es que no es malo tener un pretexto para decir lo que sientes, lo que piensas, para perdonar, para reír, para cantar, para beber y beber y beber , como los peces en el río (y si quieres también , que te suene la pandereta, jeje) pero ya estuvo bueno. A ver si desde ahora, empezando por casa, me corrijo y procedo a intentar ser mejor persona y olvidarme de relojes y calendarios, fechas emblemáticas, chocolatadas y regalos, y me preocupo más por el hoy y el ahora. Como me decían de chiquita cuando no me daba la gana de hacer la tarea los viernes ( ¿alguien es tan monse y hace tareas los viernes?) “no dejes para mañana…” y claro, luego venía el arrepentimiento y el apuro cada domingo a las doce después de la misa♫♪ . Con vals incluido, pero ese es otro rollo.


Y algo que también hacemos en Navidad, y que es lo único capaz de tumbarse mis ánimos, aunque Yo no me dejo (pero cuesta) es la nostalgia por las personas que ya no están. Un truco que tengo para espantar la tristeza que esto me trae es pensar en las cosas chéveres que viví con ellas. Una persona que nunca lograré olvidar, especialmente en estas fechas, es a mi abuela materna. Ella vivía la mitad del año en la sierra, venía a nuestra casa en la quincena de diciembre y se regresaba en julio, exactamente para la fiesta de la Virgen del Carmen, como fiel devota. Era todo un acontecimiento la llegada de la abuelita. Nosotros, sus nietos (recontra convenidos) contábamos los días pensando en las cosas ricas que ella traería. Nada de muñecas, nada de carritos o pelotas. Combo, jama, richi. Traducción : bizcochos y pan serrano, semitas, rosquitas, manjar blanco, máchica (una harina que se tuesta y se come con azúcar), ñuña (un menestra que se revienta en aceite y se come mejor que maní) , cancha, jamones y cuy frito. La abuela se daba el trabajo de viajar en uno de esos carros viejos( modelo coche bomba), que antes eran los únicos que entraban a ese lado de la sierra, por donde el diablo perdió el poncho, cargada de esas cosas para cada familia de sus hijos. Nuestra casa siempre era el punto de reunión en torno a la abuelita. Y nadie acá tuvo la delicadeza de enseñarnos a decirle mamá o mamama o mamita, lo cual hubiera sido muy bonito porque a lo mejor nos hubiera acercado más a esta mujer extraordinaria, prudente y sabia. Yo sí pienso hacerlo con mis hijos, es decir, cuando los tenga (la fábrica se encuentra en etapa de producción, te cuento).

Mi abuela no tuvo una vida fácil. Es más, a veces he pensado que se escapó de alguno de esos libros donde la protagonista es una mujer valiente y osada. De pequeña, su mamá la abandonó y la dejó con su papá y un hermanito pequeño. Sea por el despecho o sepa Dios por qué más, su papá le hizo prometer que por nada del mundo se irían a vivir con su mamá, bajo amenaza de que si él moría, vendría del más allá a jalarle los pies por desobediente. Esto la marcó demasiado y en muchos sentidos. Cuando su papá murió, ella cumplió su promesa y deambuló de tía en tía, hasta que estuvo en edad de vivir sola, pues su hermano también murió pequeño. A veces, la acogían con cariño, otras como la oportunidad de hacerse de una empleada, porque es bien sabido que la gente, y aún más la familia, abusa del que está solo. Pero supongo que las penas que ella vivió le sirvieron para fortalecer su carácter, mientras que la necesidad de habitar un mundo distinto, estimuló su imaginación y ayudó a no dejar de lado su nobleza, esa que siempre demostraba cuando se trataba de ayudar a propios y extraños, sin pedir nada a cambio. Así que la abuela, lejos de ser una mujer amargada, por estos y otros golpes de la vida, era más bien alegre y gustaba de contarnos historias de todo tipo. Mis favoritas, las que más recuerdo, eran los cuentos clásicos que ella se sabía de manera muy diferente. Claro, tenía en su haber muchísimos cuentos de aparecidos y almas en pena, en las cuáles ella se había enfrentado tete a tete con un ser del más allá para que no anden espantando a sus hijos, pero esas no las contaba en vísperas de Navidad . En las historias pre navideñas de mi abuela, las protagonistas siempre hacían algo imprevisto o le sucedían cosas después del “…y vivieron felices por siempre”.


Yo no me supe la versión de librería de la Cenicienta hasta que aprendí a leer. Mi abuela nos contó una en donde la heroína era una joven llamada “Marquita Cenicienta” y su vida no se limitaba a la zapatilla de cristal , sino que luego de casarse con el príncipe, vivía muchas más aventuras. Por supuesto, las hermanastras siempre eran malas (como unas primas suyas) y la hija amaba a su padre y lo perdonaba, pero no había una mamá en la historia. Decía que esos cuentos los aprendió de una viejita que había sido la mujer de un cura español, de quien ella a su vez los aprendió porque en sus tiempos (de la viejita y el cura), las mujeres solamente bordaban, cocinaban y criaban hijos. Mi propia abuela sabía lo elemental como para valerse en la vida, pero nada más. Por supuesto, también nos contaba la historia del Niño Jesús, en las últimas noches frías de Lima. Prendía una velita y se ponía a rezar ante el Nacimiento, con mis hermanos y Yo de compañía, esperando que nos contara lo que hicieron los Reyes Magos y cómo es que la Sagrada Familia huyó para Egipto.
Ella era muy entusiasta con eso de armar el pesebre y es en parte por ella que sigo armándolo cada año e incluso, lo hago en donde me lo pidan. Decía que quien “viste el nacimiento, se va al cielo con zapatos y todo”. Presiento que me faltan unos 1’899,232 nacimientos para conseguir mi indulgencia. Un poco difícil de lograr en esta encarnación, creo. De cualquier manera, el recuerdo de la abuela me acompaña por estos días, aunque para serte sincera, no me deja ningún día del año. Y no porque hayamos sido las mejores amigas. A mí me faltó aprender a tratarla más y mejor. No tuve paciencia con su ancianidad, con el “Abre la puerta. Cierra la puerta. Tengo frío. Tengo calor. Llévame al baño. Abre la ventana. Cierra la ventana…”no acepté que estaba en otra etapa de la vida en donde no podía contar más historias sin cansarse, sin olvidar, porque el Parkinson la agotaba. Aunque no es justificación, Yo era muy joven para comprender que si bien Ella nunca fue especialmente cariñosa con sus nietas, su amor lo traducía de otra manera: haciendo sombreros de rafia para regalarnos o colchas de lana de oveja , que hasta ahora nos protegen del perrísimo frío. O como cuando no nos atracaba ni una sola maña, ni un solo engreimiento y se pasaba de largo ante los berrinches, como si una fuera la hija del vidriero, (ósea totalmente transparente), para dejar que solita te calmaras y volvieras a ser Tú.


Siempre he creído que cuando una persona muy querida muere y la tratamos mal, el remordimiento nos acompaña toda la vida, de tal forma que empezamos a idealizarla, a ver solamente el lado bueno que , cuando vivos, no supimos apreciar. Entonces, somos capaces de ponerle hasta el mismo nombre de la persona ausente, a nuestros hijos, y nos damos golpes de pecho totalmente inútiles a la menor provocación o asomo de recuerdo. He pensado que Yo no quería mucho a mi abuela, porque no la recuerdo de modo sufrido. Pero descubro que tengo más de ella en mí que de mi abuelo, por quien Yo dejaba todo para escucharle, también, contar historias. Creo que no sólo llevo su nombre, si no su marca. Ese deseo enorme de cambiarlo todo a mi gusto y medida, de contar historias para hacerme la existencia más llevadera, de compartirlo todo con los míos como si este fuera el último día de mi vida, o también, esa rebeldía ante las cosas que me parecen injustas. Mis abuelos eran primos hermanos, así que por esas cosas de la sociedad y los prejuicios, nunca se casaron. De haberlo hecho, hay que reconocerlo, no hubieran durado mucho juntos, porque eran las dos caras de la moneda. Mi abuela era una mujer muy disciplinada y responsable, pero mi abuelo era jaranero y mujeriego, cosa que ella no aguantó a la primera y lo despachó en medio de una lluvia de piedras. Seguramente fue su primer amor, del tipo de los cuentos, pero no el gran amor de su vida como sus otras hijas (de una segunda unión) decían, porque ese lugar siempre lo ocupamos su familia.
En Navidad, Yo la siento más cerca, por todas estas cosas que te cuento. Ella siempre está aquí, conmigo, con nosotras, mis demás hermanas y Yo. En el carácter justo de Eli, en la sensibilidad y belleza de Melissa y en el espíritu emprendedor de Yani, por ejemplo. Así, creo que tal vez, cuando estemos en familia, quien sabe con mis futuras sobrinas e hijas, y ya que buena gente como ella no soy, pues no me va a quedar otra que contarles las aventuras que una vez ella nos contaba. Espero hacer honor a "su toque", como cada nieta.
Hoy quiero empezar la aventura de mi abuela, quien con su ejemplo (que vale más que las palabras) me hizo entender que lo más importante es no dejarse vencer por la adversidad y que, si quiero, siempre puedo hacer que la realidad también haga magia. Que lo más importante en la vida, en Navidad, no es lo que tengas para comer, para regalar o para adornar tu casa, sino lo que tienes para compartir, pero especialmente el tener “con quien”. Que no se necesita un día en el año para ser bueno, pero que si podemos hacer un alto para estar juntos, pues bienvenido sea. Que hubo una vez un niño, hijo de un carpintero, tan pobre como seguramente ella lo fue de pequeña, que vino al mundo y cambió la historia, con enseñanzas de perdón y amor hacia los demás, algo que no es difícil de practicar si dejamos de razonar ante todo y nos dejamos llevar por nuestros buenos instintos. Eso y mucho más me dejó como legado y aunque algunas veces no me sale tan bien el tema este, o me dejo llevar por la compulsión de comprar y comprar de una manera tan estúpida, ella anda por ahí dándome las lecciones y me trae en one a tierra firme, como cuando le hacía los berrinches…Y mejor cierro con los recuerdos aquí, de una vez, antes de que se me suba más el azúcar, y porque parece que todavía puedo lavarme los ojos de adentro hacia afuera, pero de la purita evocación, eso sí.






8 comentarios:

Rocio @ Casa Haus dijo...

Chinita, cuánta sabiduría!!!! Tienes muchísima razón! La historia de tu abulita me encantó; de verdad parece salida de una novela. Espero que este 2011 nos traiga la capacidad de decirnos los unos a los otros lo mucho que nos amamos y para expresar todo nuestro cariño. Con lo que sí me dejaste picada es con eso de la fábrica de bebés! Pa' cuándo? Pa' cuándo? Te mando un fuerte abrazo amiga!

Lulux dijo...

Que bonito post. YO no tuve la oportuidad de concoer a mis abuelos ya que por parte de mi mamá habían fallecido antes que naciera y por parte de mi papá ni él mismo había conocido a sus padres...
Yo no creo en eso de las fechas especiales para decir las cosas que se sienten pero tampoco me salen muy seguido y creo que es por la educación que se ha recibido, en casa en la escuela, la tele :)
Muy discreta , tú, para soltarnos que estásembarazda, si es eso lo que se debe entender por "tener la fabrica en producción" ya nos contaras luego.
hoy es lunes así te voy dejando para copncentrarme en mis actividades del día.

Besos

Maeva dijo...

Qué bonito China!! vaya historia la de tu abuela.
Tienes razón, tendríamos que quedarnos con los recuerdos bonitos de esas personas que ya no están, si fuera así, las navidades serían menos tristes, porque es lo que se las "chafa" a mucha gente, porque ell@s seguro que querrían vernos content@s y alegres.
Me has recordado en cierta manera a mis abuelas y a mi, yo tb fui un poco intolerante, tuve una adolescencia complicadilla y la pagaba con ellas siempre.

un beso y que tengas un buen final de año!

ana dijo...

Chinita! me has hecho acordarme de mis propios abuelos... ya no me sobrevive ninguno pero como los quise... sobretodo a los papás de mi mamá que fue con quienes más conviví! y si debemos de dar gracias por todas y cada una de las personas que forman parte de nuestra vida en estos momentos porque no sabemos ni el día ni la hora y siempre es bueno hacerlos sentir como en navidad. Chinita te deseo lo mejor para el Año Nuevo y que hayas pasado una linda navidad! esa idea de ir al Perú me esta gustando! ojalá algún día podamos conocernos en persona! te mando un abrazo muy grande.

China Toon dijo...

Aclaremos mis chicas lindas: No, no estoy en Bolivia, pero andamos en los intentos, jejeje, creo que ya va siendo hora y hay que ver si nos liga.
*Rocío:
A mi cuánto me hubiera gustado tener más tiempo con mi abuela y entenderla. Me hubiera gustado decirle mamá, pero no me enseñaron y me parece que eso ayuda mucho a crear lazos más fuertes. Era una mujer como pocas...dicen que hasta sus ajitos y sus cebollas soltaba, jejeje, pero nunca se lo escuché. Besitos, querida
** Lulux, querida: A mi solamente me presentaron a los abuelos maternos. Mi papá es recontra mayor que mi mamá,a sí que sus padres se murieron hace mucho.
Fíjate que Yo tampoco soy de esperar mucho para quererme con la gente. Creo que ya conté que Chris y Yo no celebramos mucho los aniversarios, porque se supone que debe ser siempre que uno anda de buenas, cierto? Y no, no hay bebé a la vista, todavía, pero andamos cotizando órdenes, jeje.
***Maeva: Qué lindo que te gustó el post. A mi me sorprende que hay culturas que enseñan el respeto por los ancianos y hasta son parte influyente en la sociedad, pero en la nuestra es todo al revés.
Un beso, Mae y feliz 2011 para ti también.

****Ana preciosa!!! Gracias por tus buenos deseos. De igual forma, espero que 2011 sea recontra chévere para tí, que haya mucha unión familiar y amor a montones a donde quiera que vayas. Celebra mucho y tómate un traguito a mi salud!!!
Cuando quieras, vente por acá y nos "echamos unas aguas"
Besazo!

:::::: dijo...

Pero que post tan lindo, Rosy, querida. Lindo y lleno de verdades.

Yo me quedo especialmente con eso de no esperarse a la navidad para decirle a los demás que los amamos, que deseamos su perdón, que los necesitamos, o simplemente que les deseamos lo mejor. Fíjate que pienso que l mundo sería mejor si fueramos un poco más regulares al expresar nuestro afecto, y no ser como robotitos programados para decir X el día y la hora especificados por el programador.

En fin, amiga, gracias por estas lineas que nos hacen reflexionar y quererte mas :D

Un besote.

China Toon dijo...

Gracias, Tany! Siempre es lindo abrir mi carpeta y ver tus comentarios. Espero que te haya gustado mi remember con la abuelita.
Un beso, amiga!

Anónimo dijo...

Emotiva pagina, lo que se escribe con el corazón es aun mas apreciable¡¡¡ dicen que alguien realmente muere cuando se le olvida, creo que tu abuela como las muchas personas amadas permanecen en nosotros, de eso estoy segura, besoss (Yesi)