Me parece que esta semana algún planeta debe estar mal alineado. O Marte se le ha puesto por delante a Venus y le ha dado la espalda a Mercurio en plena casa de Géminis, provocando una incómoda punteada de planetas, o Yo y otras mujeres de por aquí, andamos con los cachos cruzados de purito hormonales. No es justo, no me encuentro en medio del SPM (Síndrome Pre Menstrual) y ya me pongo sensible porque a una tarada se le ocurre llamar por fono a gritonearme porque no entregué aquella documentación que NO estaba obligada a entregar. ¡Será mi mamá! ¡Vamos!. Totalmente transformada, casi de color verde (She Hulk) y fuera de mí, lo único que consiguió esta fulana es que se me cruce la China con el Toon y la mandé a freír jamones. Ajo, are…intentar hablar con el que no quiere escuchar es una tarea que me frustra hasta dejarme al borde del llanto. Para redondear el asunto y con broche de oro todavía, mi queridísimo jefe se ha estado portando como un enano moral. ¿Qué es un enano moral? Ese que le acompleja tanto la consciencia de su pequeñez que trata de desquitarse con el que está a su lado. Y no me hago la víctima tampoco, perooooo…¡que ganas de joder y buscar la sin razón! Fuimos de una cosa a, a la b, a la c y a la d, porque en todas, en todas, no me pudo encontrar cola que pisar (la cola del problema, no la mía, que sí tengo pero él no se mete con ella) y como es bien Jalisco, ósea nunca pierde, dale con buscar y quitar el tiempo. Tal vez, Yo estaba de quítenme estas pajas por el asunto de la fulana documentaria. Tal vez, en otra ocasión, le hubiera seguido la cuerda y no le hubiera retrucado tanto, porque, en serio, bien pude meter el auricular a mi cajón y dejarlo hablar y hablar o usar la siempre útil “tengo una llamada en espera, dame cinco” y plaf! Como por la tarde, decir: “Qué penaaaa, se me colgó tu llamada, Chato”. Pero no, Justo esta semana, y aún no me explico por qué, surgió mi cabrona interior pero reloaded, esa de la que Elizabeth Hilts habla en su manual, pero más brava. Ya era hora, también. A veces se despierta o a veces se pone su coraza y se deja joder un poco. No sé si a ti te pasa, pero es una liberación, un gran desfogue cuando la cabrona sale, cuando le puedo decir en one, sus cuatro frescas a alguien que me colma la guantera, que me joroba la espalda, que me molesta más que hilo dental talla S en el quetejedi . Y es que en la vida, vamos complaciendo a los demás, tratando de ser prudentes y educados, pero llegado un punto, nos sentimos tan abusados, tan maltratados que reaccionamos mal, a causa de todo lo que vamos acumulando. Pero no, no es así como debiera funcionar. Y no es que Yo crea que debes mandar al carajo a todo el que no esté de acuerdo contigo, sino que tampoco la diplomacia es un chicle que lo vas a estirar hasta que ya no puedas más. No puedes ser Tú quien pase por encima de ti y eso haces cuando se lo permites a los demás.
Yo soy de una amabilidad muy sincera. Me encanta tratar a las personas como quisiera que me traten. Algo que me queda de la esmerada educación urbana que me dio mamá Peluche, y que al menos, no hice trizas en mi etapa de rebelde sin causa. Considero que las personas a mi alrededor son valiosísimas. Bueno, Madre Teresa no soy, tampoco y no es que todo lo vea pinky y feliz, pero creo que en la medida que cada ser humano es un mundo de ideas distintas de mi, pues tengo que respetar y aprender a convivir con ellos, me gusten o no. Tampoco me la voy a pasar dando bendiciones y repartiendo flores como si estuviéramos en Woodstock. De los setenta y el peace and love no conservo nada, salvo el año en que nací en mi acta de nacimiento y mi ya legendaria almohada de cuando era un bebé. Esto último me debería enviar derechito a un psicoanalista, pero es otro rollo y a estas alturas de mi vida (tremenda viejonaza, Yo) ya sería el colmo que no supiera lo que significa. Pero volvamos al punto, a la confluencia tendenciosa de los planetas, al efecto halloween que está haciendo que muchas mujeres a mi alrededor nos demos de cabezazos, nos comamos la manicure ¿Qué nos pasa? Porque hasta los choferes de taxi, que siempre terminan haciéndose mis amigos, los encontré hechos unos pichines, mientras Yo muda , calladita, reprimía a la cabrona interior para que no explote con violencia. Error. No a la represión. ¿Y qué puedo decir de los demás ejemplares del “sexo fuerte “que parecen haber perdido todo sentido de la consideración y el buen vivir para con su prójimo más cercano, que no he sido Yo precisamente? Sucumbieron al ataque planetario.
Mi querida amiga G, la muñeca manga, también tuvo un cruce de planetas que le ha permitido sacar a la cabrona a pasear. Algo dañada, sí, porque lo que le ha tocado pasar no es para andarse con chiquitas. Ella es muy estricta en su trabajo. Como consultora externa no solamente le toca resolver “n” problemas, sino dar instrucciones para que los usuarios del sistema (G es ingeniera) puedan resolverlos por ellos mismos. Que Yo sepa, usar el cerebro no mata, a menos que te guste conservarlo nuevecito, nuevecito. Pero vamos, ella trabaja con una manada de hombres y son muy pocos lo que NO se la quieren llevar fácil. Entonces, en medio del empeño de G por hacer que la cosa funcione y que los príncipes de Windsor que, en teoría deberían estar capacitados para usar sus cerebritos, chambeen y obtengan resultados, y que los niños ni quieren y ni les da la gana de poder, en medio de eso, digo, G se nos puso fuerte, entró al ruedo y cortó rabos, cachos y orejas. ¿Qué obtuvo? Que uno de estos tipejos le suelte “A ti te falta un hombre”. A ver, Einstein, define la ecuación:
Jefe que me ajusta las clavijas + me canta mis errores = exigente.
Jefa que me ajusta las clavijas + me canta mis errores = ¿le falta marido?
Como diría mi abuela: “¡Jesús mil veces!”, lo que hay que soplarse. Por supuesto, G es una chica que además de linda, es muy sensible aunque no lo aparente y esta frasecita la ofendió como le puede ofender a cualquier mujer la estupidez ajena y el machismo descontrolado y absurdo. Yo le digo que no debe hacer caso, que no debe dejar que le afecte lo que un hueveras como ese, que no pinta nada en su vida, le diga. Pero la entiendo. Es como que a mí, la fulana documentaria me dijera que mi marido no me tiene al día, aunque poco le faltó. Si le doy tiempo nos quedamos sin proveedor de transportes (allí trabaja la fulana esta) porque donde la encuentro, le chupo el ojo…okey, no tanto, tampoco así, pero hubiera ardido Troya, Roma, y Lima, Callao y Balnearios. ¿Por qué les da por llegar al terreno de las ofensas? Tal vez, porque donde ya no tienen argumentos, la ofensa viene al rescate de la sin razón. Increíble que en pleno siglo XXI todavía una mujer tenga que escuchar ese tipo de comentarios. ¿Cómo le hubiera parecido al tipejo ese, si G le dijera que él la tiene chiquita? Me perdonarás pero estoy indignada con el tema. Ser soltera, base tres, linda, trabajadora, económicamente solvente e inteligente no es para hacerte sentir que estás incompleta porque supuestamente ( y ya que nadie es el colchón de nadie) te falta “algo” si muestras carácter o autoridad.
Siguiendo con la racha planetaria, pues para que veas porqué siento que algo está pasando en el ambiente, me ha sorprendido mi nivel de agresividad. En algunos casos me ha dado risa. Yo no sé porqué la gente pierde el barniz (sea porque es simplemente eso, una pincelada) , la educación, las maneras, pero ya me van sucediendo más de un par de incidentes en los medios de transporte (las combis y el taxi) que me han hecho pensar en si realmente la cabrona interior también se me está volteando, igualito que Marte con Venus. Me he peleado con dos cobradores y un chofer de combi,y otro de taxi. El primero me faltó el respeto porque no le quise pagar lo que a él le daba la gana de cobrarme. Pero es que me llegó que este me modifique la tarifa, de buenas a primeras, sólo porque tengo cara de zanahoria...rayada, porque eso es lo que finalmente encontró. Al otro cobrador lo mechamos todo el bus porque se nos cayó una viejita en una mala curva que hizo el chofer, y él, dale a echar la culpa a la venerable. ¿Dime si no es para empincharse? A los dos les cayó su chiquita. Sin embargo, el caso es que no me regocijo con la violencia, así sea por defender una causa justa (que siempre estaré dispuesta a luchar por la justicia, cual sailor scout), ya quiero que algo pase y que las cosas alrededor mío cambien. Deseo, de corazón que las vibras se tornen buenas y la gente ya no ande con los nervios a flor de piel y permita que mi cabrona interior, ahora demasiado exteriorizada, salga pero no a dañar con su lengua viperina, sino que haga lo que tiene que hacer y sea respetada. Me he cansado de lo poco que le importa SU prójimo a MI prójimo. Ya quiero que sea Navidad, con todo y estrella de Belén. A ver si se acomodan los planetas.